jueves, 13 de noviembre de 2008

Muñeco Vudu

Cuando llego el momento en que Joaquín no pudo verse más la cara al espejo entendió que era tiempo de cambiar y buscar algo nuevo. La ley natural, las muertes y el tiempo habían hecho un ser meditabundo y solo. Así dejó de lado su antigua vida de asesino a sueldo y decidió dedicarse a las artes oscuras. Algunos nunca encuentran el modo de escapar, pero él lo encontró simplemente porque era la única virtud de su antigüo trabajo, tenía absoluta seguridad cuando tomaba una decisión y habia decidido empezar un cambio radical..
Decidido empezó a aprender brujería; estudió tantos libros como pudo para luego estudiar papiros, manuscritos antiguos y conjuros mágicos.
Decidido viajo por el mundo en búsqueda de un maestro que aclare sus dudas en este nuevo arte que intentaba aprender. Necesitaba olvidar el pasado y sabía que el único modo de lograrlo seria con magia. En Haití, Cuba, África del Norte y Centro se empapo de la brujería. Una nueva forma de conocimiento se le presentaba y aprendía estupefacto de ella. Observaba los cambios lunares, las estrellas y la naturaleza para tomarlos como idea primordial de sabiduría. Pero aun no lograba conseguir la sapiencia necesaria para poder olvidar los lamentos del monotono pasado que tanto daño le hacían, sin permitirle entregar todo lo que podía a cada cosa a la que se dedicaba.
Hasta que un día viajando por la Isla de la Gonave en Haiti, conoció a Doña Avelina. Ella tenia una mirada fulminante, adornada por brillantes ojos negros que desbordaban sabiduría; y una cabellera del mismo color que a la luz del sol se volvía casi azul. Su cuerpo rechoncho estaba cubierto y adornado por una larga falda con un bolsillo en la parte delantera, del que asomaba un peculiar muñeco de trapo que intentaba mostrar que por algún motivo se encontraba en ese lugar.
La encaro inmediatamente casi obligándola a que le diga cual era el motivo de aquel pequeño muñeco en su falda. Se negó rotundamente y le dijo que ella no tenia que explicarle nada a un muchacho hablador y fanfarrón, que si en realidad quería saber la respuesta, tendría que demostrarle que era capaz de aprenderlo. Le dijo que lo disculpe, que por favor lo tomara como su aprendiz y que haría todo lo que le pidiera; pero no quería aceptar por los mismos motivos. Avelina repetía que no se canse, que el único modo que accedería a su petición seria callándose, que las palabras fueron inventadas para volvernos mentirosos, ocultar la verdad de los sentimientos y debilitar nuestra energía por perder el tiempo en cuestiones sin importancia.
No supo nunca cual seria su destino siguiendo sus enseñanzas, pero desde ese momento guardo absoluto silencio. Ella queria que no intentara buscar palabras para explicar lo que aprendería, porque solo con magia se puede explicar lo mágico. Cuando estaba a punto de abrir la boca y refutar, ella utilizaba para callarlo preguntas simples como “¿Como explicas el viento que sopla? ¿Como entender el motivo de que existen más estrellas que arenas en el mar? ¿Cual es el misterio de la energía de un músculo sin descanso como el corazón?
Solo con silencio y calma pudo aprender de las pocas palabras que decía Avelina, solo así logro volverse con el pasar de los años en su esmerado aprendiz. Exploro junto a ella todo a cerca de la santería, kimbanda y candomblé, casi todas las vertientes de la magia vudu esparcidas por la tierra. Le mostró el lado perfecto de la vida y mientras se iba enamorando de su proceder mágico, le mostraba agradecimiento intentando ser el alumno perfecto. A pesar de todos los intentos de Joaquín por agradarle, ella nunca lo miro a los ojos, solo señalaba que debía de hacer con sus largos dedos mientras intentaba complacerla. Un día lo enfrento y extendió la mano con el muñeco de trapo.
Se lo entrego y de inmediato lo reto con los ojos como diciendo "Híncalo sin piedad, para eso esta hecho". Era lo único que captaba en sus gestos cada vez que lo veía tomar su muñeco vudú para observarlo con paciencia e intentar entender quien era la persona a la que representaba. Mientras lo sostenía y observaba curioso, Avelina estiraba con las manos un clavo, alfiler o algún objeto punzante para que intentara al fin completar su entrenamiento de brujo. Joaquín sabía por dentro que no lo lograría hacer, que no dañaría a alguien que no conocía por el simple placer de destruirlo. Ella quería que dejara sus ideas de lado y procediera como un brujo sin miedo ni remordimiento. Le repetía constantemente que era lamentable, pero algunas veces la única manera de aprender es con el dolor de otros.
Estaba dispuesto desde un principio a empaparse de sus artes mágicas, a olvidar todo el conocimiento occidental y tecnológico con el que había nacido para tomar de lo desconocido la sabiduría oculta junto a ella y su magia oscura; pero no podía dar un paso adelante en lo que le pedía; dañar a alguien que no conocía no estaba en sus planes. Se encontraba allí porque en el pasado había causado demasiado daño y necesitaba escapar de esa realidad para poder dormir por las noches y encontrar la paz interior que había perdido por obrar como un animal, sin pensar en las consecuencias. Confiaba tanto en ella que al fin accedió a su petición y decidió tomar el clavo para empezar con lo que le pedía. Le dijo que fuese de frente al corazón, era imperioso que acabara con esa vida lo antes posible porque existían personas que no merecían vivir porque su energía dañaba a la tierra. Joaquín sabia muy bien que lo que decía Avelina era verdad, se lo había demostrado innumerables veces en las que pensó que lo engañaba; pero ella era una mujer poderosísima, mientras el solo su novel aprendiz. Penetro la tela hasta atravesar el pecho del muñeco de lado a lado. De inmediato todo se volvió oscuridad y dejo de sentir su cuerpo desde que noto que caía a gran velocidad sin forma de detenerse.
Cuando abrió los ojos, estaba recostado boca arriba mientras ella lo miraba fijamente desde arriba. Luego lo tomo en sus manos y sin decir nada lo deposito en el bolsillo de la parte delantera de su falda.