Es extraño porque tampoco aceptamos el color de nuestra propia piel. Cuando la piel es muy blanca, quieren oscurecerse; cuando es muy oscura, quieren ser mas blancos. No sabemos realmente lo que queremos y es por eso que buscamos el modo mas oscuro y ridículo de sentirnos bien con nosotros mismos. Cuando eso sucede, nos asoleamos para vernos mejor, para llamar la atención o para que otros nos miren con mejores ojos.
Existe un problema que no podemos combatir: destruimos nuestra única envoltura para aparentar ante los demás un poco de belleza o para engañar a nuestros ojos con nuestro nuevo y fugaz color. Nos importa más que nos digan "que lindo bronceado" que en proteger nuestra piel como deberíamos, sabiendo que si seguimos así, en el futuro las nuevas arrugas, las manchas y los cirujanos serán situación interdiaria.
La piel es nuestra máscara y nuestra envoltura. Es la que hace que nuestros órganos vitales sigan unidos. La que nos muestra el camino de la vejez. La que esta en contacto directo con nuestro alrededor y también es nuestra bandera de presentación ante los demás.
Tiene la infinita virtud de permitirnos sentir el delicioso tacto, a tal grado que es capaz de erizarse y exitarnos con tan solo un roce o un beso; pero aún así no la apreciamos, y sigue interesandonos más el que dirán, a nuestra salud.
La mujer utiliza cosméticos para verse más bella. Pero la mujer más bella es aquella que no necesita de artilugios para verse así. Con la piel ocurre algo muy parecido. Una mujer bronceada es un deleite visual y exótico, pero una mujer sin broncearse también lo es, todo depende del estilo con que lleve su blancura y de la belleza que irradie por sentirse bien así, sin necesidad de artilugios.
Entonces me pregunto, ahora que se acerca el verano y casí no hay capa de ozono que nos proteja. ¿Seguiremos teniendo esa fijación enfermiza con la piel? Me lo intentaré responder cuando camine por la playa y vea recostadas junto al mar a la infinita cantidad de mujeres en sus minusculos bikinis, compitiendo por tener un perfecto bronceado y aparentar belleza por unos días, para seguir haciendo que su piel siga perdiendo la juventud que añorarán, sobretodo cuando la vejez las sacuda antes de lo que la esperaban.