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Pero para algunas personas y a pesar de todo, los días seguían su curso y la vida continuaba.
Víctor Arismendí, un personaje de la nocturnidad, los problemas que enfrentaba la ciudad no le afectaban. El se dejaba llevar noche tras noche, junto al alcohol y la música que inundaban su cuerpo de ritmo. El discjockey había estado tocando Lavoe, algo del gran Combo y un poco de salsa dura desde hacia un buen rato, y cuando Víctor pensó que ninguna canción lo haría bailar con más ganas que las anteriores, empezó a sonar la inigualable voz de Rubén Blades y su Canción del Final del Mundo. Las demás parejas, sin saber que canción era, llenaron la pista de baile casí de inmediato, al sentir el ritmo sin par de aquella maravillosa canción. Cuando escucharon al coro cantándole al final del mundo, los rostros de algarabía empezaron a transformarse, y perdidos, comenzaron a buscar otras miradas que les explicaran que estaba pasando. Tal vez los sucesos que habían estado ocurriendo hasta ese momento los tenían tensos. Tal vez eran las predicciones que se escuchaban en todos lados. Tal vez solo era una estupidez más de aquellos que le temen a todo y que no son capaces de ser felices ni en un lugar de felicidad como aquella pista de baile, y con una canción tan perfecta como esa.
Los cuerpos fueron deteniendo su acalorado baile y el miedo se apodero de las parejas que fueron quedando poco a poco inmóviles.
Víctor seguía bailando, como lo hacía siempre, entregándolo todo en cada paso, como si fuera el último día de su vida. Fue raro porque junto con esa maravillosa canción, sus torpes pasos y su cansada pareja, quedó solo en la pista de baile. Los demás que se habían quedado de pie observándolo con cara de espanto, diciendo para adentro “¿cómo es posible que este tipo baile un oda a la destrucción total como esta?”.
Su pareja asustada, también se detuvo y se quedó mirándolo. En cambio Víctor, que desde un principio sabía lo que ocurría, siguió bailando y cantando solo, disfrutando de aquel instante mágico en donde todos prefirieron quejarse de algo que aún no había ocurrido, como si el planeta fuera a destruirse porque una canción lo decía.
Era claro para él. Esa noche Víctor comprendió que pasara lo que pasara en el futuro, bailando seria el único modo en el que enfrentaría a la muerte sin temor.