viernes, 18 de abril de 2008

Aurora Borealis


Desde que tuve uso de razón siempre supe que seria preferible perseguir los vaticinios que me brindara la naturaleza a seguir a la masa poblacional inerte que solo sabia decir si o no, pero jamás luego de un porque.
Estos vaticinios a pesar que eran difíciles de entender, lograban persuadirme de seguir a la mandada acéfala a la que por algún tiempo, sin saber, pertenecí. Pero luego abrí los ojos y al siempre preguntarme cosas que no tenían pies ni cabeza y reconocer la diferencia entre cada uno de los que cohabitaban esta manada llamada sociedad, decidí que todo tendría que cambiar al fin de rumbo.
Cansado de reconocer arco iris repetitivos y finitos, de apreciar sin ganas atardeceres donde las nubes luchaban con el sol que jamás aparecía, decidí partir al norte y vagar tanto como fuese posible, hasta encontrar la luz sonrosada que precede al crepúsculo y lograr comprenderla.
Cruce cuestas, valles, ríos, lagos, nubes, países y mundos para llegar a mi destino. Para conocerlo, antes de partir, tuve una premisa, algún vaticinio tendría que existir para que lo logre encontrar mi lugar deseado, era necesario que escape de la monotonía y que el amanecer me muestre su máximo esplendor. Por eso seguí caminando por cuestas, valles, ríos, lagos, nubes, países y mundos hasta el día que empezando a perder las esperanzas el ámbar, verde, violeta y morado , fusionados y formando una especie de remolino cósmico , se interpusieron en mi camino con instrucciones precisas para mi nueva vida. Un paraíso de sentimientos multicolores adornaban mi cuerpo con su replandor, el universo al fin se manifestaba con su mística forma de impresionar y me brindaba el vaticinio que tanto busque en este camino de cambio.
Estaba allí parado sintiendo las lagrimas recorre mi sonrisa, la emoción hizo que entendiera un amanecer boreal y junto a la Aurora que todo lo sabia. Ese fue mi lugar por milenios, hasta que terminó y ya no tuve que regresar caminando por cuestas ni valles, no tuve que seguir buscando mundos que me permitieran ser feliz. Solo aquel espectáculo temporal me dio el empujón que faltaba para comprender porque fue que partí, simplemente para lograr comprender a aquella manada de la que escape hace tanto tiempo.

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