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El trabajo para Papá siempre estuvo en segundo plano y por eso decidió poner su taller en el sótano de casa, para así poder ver a Mamá cada vez que quisiera. A pesar que era el mejor relojero de la ciudad, hacia su trabajo sólo para cumplir con sus compromisos y traer dinero a casa. Pero Mamá murió y dejo de ser el mismo de antes.
Haber perdido a la mujer de su vida de modo tan imprevisible, lo transformo totalmente. El odio y la inseguridad se apoderaron de su mirada perdida. No volvió a reír y aún menos le importó hacer reír. De pronto se sumió en la mas triste realidad, en donde el silencio y la soledad terminaron por convertir a un hombre distinto y feliz, en una maquina triste de trabajo. Parecía como si la muerte de Mamá hubiese desaparecido al hombre distino, esposo perfecto y padre ejemplar, dejando solo al relojero enfermizo e incansable.
Su trabajo se volvió su nueva vida. Sus dias transcurrian entre pernos, engranajes y resortes. Se encerraba en el taller durante horas y a veces días, y sólo subía cuando tenía hambre, o si necesitaba algún libro sobre relojería de la estantería de casa.
Su encierro hizo que nos distanciáramos cada vez mas, porque pasaba su tiempo encerrado en el sótano intentando componer relojes vetustos e inservibles, o porque a mi no me interesaba mantener una conversación con alguien que actuaba como si estuviera muerto en vida y que solo me traía tristeza y amargura. Por eso decidí que era momento de independizarme y hacer mi vida solo.
Hace algún tiempo que Papá no aparecía por casa. Es raro que viniera de visita justo cuando las campanas de la Iglesia marcaban las doce del medio día. Él suele aparecer en ocasiones especiales como mi cumpleaños o navidad. Así que al verlo desde la ventana, con un reloj de pared en la mano, sentí infinita curiosidad por saber el motivo de su visita, una curiosidad parecida a la de un niño esperando que se haga navidad para abrir sus obsequios.
Mientras bajaba las escaleras para abrirle, pensaba en la inquietud del rostro de mi padre, parecido al que mostraba cuando salía de su taller al haber terminado el arduo trabajo de componer un viejo reloj; y en que haría llevando un reloj de pared entre las manos. Jamás lo había visto con un objeto como ese y hace mucho no le veía el rostro tan inquieto. La curiosidad hizo que acelerara el paso y llegara sudoroso, tras bajar los 5 pisos que llevan de mi cuarto a la salida, a recibirlo.
Lo salude parco y resentido. Dejarme de lado por sus relojes hizo que mi orgullo en su contra creciera tanto como para disipar toda la efusividad de mi. Él en cambio, como no ocurría desde que murió mama, me abrazo con la pasión de antes, la pensé había perdido. No intercambiamos palabras mientras volvíamos al departamento. Yo andaba sumido y confundido en mis pensamientos y mi padre en una extraña alegría junto a su gran reloj.
Subía las escaleras delante de él, y el reflejo del sol entrando por el ventanal me mostraba su sombra. Papá subía mirando a su reloj de pared y no a las escaleras. Esto, por cierto, hizo que mi curiosidad, que no es poca, me hiciera acelerar el paso para llegar lo antes posible y saber a que venia con tanto apuro.
Cuando llegamos, se puso a mirarme detenidamente, como lo suelen hacer los padres luego de no ver a sus hijos por un buen intervalo de tiempo. Sin decir nada, puso el reloj en la mesa del comedor. Me acerque a mirarlo y noté que se encontraba detenido. Antes de decirle mi obvia acotación, pude notar su belleza incomparable. Se veían todos sus infinitos y dorados engranajes a través del cristal que lo sellaba. Las agujas tan perfectas como la mirada de un ángel; e igual de doradas y brillantes que los engranajes. Los números que marcaban las horas eran de bellas esmeraldas talladas a mano. Lo que más me llamó la atención fue el calendario, que se encontraba en la parte baja del reloj. No me fijé en el por su gran belleza ni por la perfección con la que había sido hecho, sino porque había quedado grabada como ultima fecha el día en que murió mi madre. Era tan perfecto que no parecía una persona de este planeta.
- Papá, ¿Que es esto? ¿Que haces con un reloj que no funciona?-
- Aunque no lo creas- me dijo mientras me miraba con cara de asombro. - Este reloj es del siglo trece. Es uno de los primeros relojes de cuerda que se hizo. Míralo.-
Abrió la manecilla para darle cuerda, la giro unas cuantas veces y apenas la cerró, empezó a funcionar. Pero algo particular pasaba con este reloj. Sus agujas no avanzaban hacia la derecha como cualquier reloj, estas iban a la izquierda, en sentido antihorario.
- ¿Esto es lo maravilloso? ¿El reloj funciona al revés?
- Paciencia, todo a su momento- Y nuevamente abrió la manecilla para que no siga trabajando el reloj. - ¿Qué es el tiempo? ¿Podrías decírmelo? Nosotros percibimos la vida con los sentidos. Pero al tiempo es imposible percibirlo. No es uniforme, y a pesar de eso, se construyó un artefacto para medirlo. Algunas veces el tiempo se pasa volando, y otras, transcurre tan lento que ningún reloj podría decirnos porque es que transcurre de ese modo. Este reloj con sus infinitos engranajes me enseño que la vida es distinta y que si aprendes a encajar esos engranajes, todo lo conocido es factible de cambio. Este reloj es el único capaz de cambiar y transformar el tiempo y volverlo cíclico. -
En mi rostro se formo una obvia mueca de burla y por intentar esconderla preferí mantenerme en silencio. Papá, al ver mi rostro, de inmediato abrió de nuevo la manecilla y la giro varias veces hasta llegar a un minuto antes de las doce. Empezó de nuevo el tac tic. Cerré los ojos y me pase la mano por la cara, como diciendo "pobre de papa, el encierro y la tristeza lo volvieron loco".
Cuando los volví a abrir, el reloj seguí allí, pero Él había desaparecido.
Lo busque por mi pequeño departamento y no lo encontré. La puerta estaba cerrada y las llaves para abrir estaban guardadas en el bolsillo. Me preguntaba asombrado y curioso ¿A donde había ido?
En la confusión, escuche el timbre de casa. Desesperado me asome por la ventana. Cuando reconocí a mis padres riendo abrazados en su idilio perpetuo y esperándome en el pórtico, finalmente comprendí que todavía existían sentimientos capaces de hacer cosas más increibles que su mágico reloj.
2 comentarios:
Buen post, buen blog
Gracias por la visita
bsos de esposa primeriza y Recién casada
Igualmente. Ya te visitaré mas seguido.
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