¿Por qué no podemos escapar? Tal vez sea porque las llevamos en los genes desde que nacemos. Porque nos las transmiten durante generaciones. O porque existen energías incontrolables dentro de un mistico y profundo universo personal e interior.
La verdad, es que a pesar que intentamos cambiarlas, siempre volvemos a sucumbir ante ellas. Son poderosas, y nos dominan a tal punto, que se convierten en nuestras enemigas mas intimas.
La sociedad y los maestros luchan por enseñar a los niños a que sigan las pautas que ellos les enseñan. No se acepta a aquellos niños de mentes que buscan e indagan, no es lógico festejar a aquellos pequeños que viven intentando encontrar respuestas a lo inconcebible. Los predeterminan a obedecer y no a soñar. Los sueños son malos para una sociedad progresista, porque tal vez esos sueños jamás se conviertan en realidad, y el tiempo que costo aquel sueño inconcluso, es dinero quemado.
De pequeño, a pesar de los intentos de mis maestros, jamas pude escapar de mi mayor característica, ser despistado. No podía luchar con mi verdad, solo dejarme llevar por mi interminable forma de flotar ante la nada.
En el colegio, solía entrar en trance por culpa de canciones dentro de la mente que me alejaban totalmente de las clases. Recordaba cada letra y la tarareaba como si fuese parte de ella. En otras ocasiones, miraba la luz del fluorescente durante horas, como si en ella hubiese un mundo nuevo por descubrir.
Fue pasando el tiempo, y pesar que me enseñaron a luchar con el fluir ilimitado de mis ideas, comprendí que solo ello me brindaba una felicidad distinta a la de los otros. No vivía pensando en dinero ni mujeres, no me interesaba el poder ni el reconocimiento, lo único que pedía, que al llegar la noche, logrará ver el cielo lleno de estrellas en las noches plomas, y perderme en él.
En la universidad continuo. Pasaba las clases escribiendo, pero jamas lo que el profesor dictaba. Y aún ahora que ha transcurrido el tiempo, hay días en que quedo atrapado pensando en cosas tan insulsas como porque el viento del sur siempre sopla en mi contra, y el del norte siempre es cálido. O tan solo quedarme varado en la cama luego de despertarme, y dejar todo de lado para respirar profundo por horas, intentando comprender al aire que inunda mis pulmones de vida.
Se que allá afuera existen muchas personas como yo. Personas que intentan recordar la verdadera felicidad de la infancia, cuando aún eran totalmente libres. Cuando no luchaban por sexo, razas ni dinero, porque la sociedad no lograba convertirlos en sus secuaces.
Se que hay personas que sueñan e indagan. Personas que viven la vida dentro de encrucijadas que parecen vanas, pero que son cruciales porque nos enseñan a vivirla en su máximo esplendor sin necesidad de dinero ni poder. Aquellas encrucijadas a las que la sociedad progresista no les hace caso, porque son creadas por mentes felizmente despistadas.
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