![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdX8pZFE1mKEYGAcSOW5mA0PuSXhl6fBrE07IZoe-gW2YHm9kwbFTf0RsZCS7oHVOFM6fNCgoQieOnkxhPrYatD5U6-_Uo-waLXX17ieJVnzDcVeeZFtOkZi4AljUArmH3jpFTS74T4mPy/s320/sue%25C3%25B1ospremonitorios.bmp)
Aquel temblor no era coincidencia. Desde hacía un tiempo ya no soñaba imágenes disparatadas e inconexas, historias ficticias o incompletas, ni mucho menos ideas incongruentes ni desfachatadas. Ahora, como si fuera una maldición, todo lo que soñaba se volvía realidad.
Desesperado acudió a varios especialista. Sicologos y siquiatras no fueron capaces de entender lo que le ocurría, ni siquiera de acercarse a comprenderlo. Lo miraban como si estuviese fuera de si, dispuestos a encerrarlo antes que se sometiera ante la demencia.
Cerraba los ojos y temblaba de terror. Temía dormir y tener que recordar cada instante de su sueño sin poder hacer nada para cambiarlo. Y luego tener que despertar, para ver como todo lo que soñaba se volvía realidad. No podía lidiar con ello más, pero era imposible mantenerse despierto toda la vida.
Desde hacía unos meses empezó a tener aquellos sueños premonitorios. Sin saber como, acertó con los números de la lotería, sin jugarla. Vió ganar a tenistas que no conocía, pero recordaba. Meter goles a futbolistas antes que empezaran los partidos. Preveer catástrofes y hasta ver morir personas que aún no estaban listas para ello.
Eusebio Benza despertó jadeando, con los ojos inundados de lágrimas y empapado en sudor. Los músculos agarrotados y el corazón retumbando potente en su pecho como el de un caballo desbocado en la pampa. Había soñado con el acontecimiento más infausto de su vida, su propia muerte.
Desesperado acudió a varios especialista. Sicologos y siquiatras no fueron capaces de entender lo que le ocurría, ni siquiera de acercarse a comprenderlo. Lo miraban como si estuviese fuera de si, dispuestos a encerrarlo antes que se sometiera ante la demencia.
Cerraba los ojos y temblaba de terror. Temía dormir y tener que recordar cada instante de su sueño sin poder hacer nada para cambiarlo. Y luego tener que despertar, para ver como todo lo que soñaba se volvía realidad. No podía lidiar con ello más, pero era imposible mantenerse despierto toda la vida.
Desde hacía unos meses empezó a tener aquellos sueños premonitorios. Sin saber como, acertó con los números de la lotería, sin jugarla. Vió ganar a tenistas que no conocía, pero recordaba. Meter goles a futbolistas antes que empezaran los partidos. Preveer catástrofes y hasta ver morir personas que aún no estaban listas para ello.
Eusebio Benza despertó jadeando, con los ojos inundados de lágrimas y empapado en sudor. Los músculos agarrotados y el corazón retumbando potente en su pecho como el de un caballo desbocado en la pampa. Había soñado con el acontecimiento más infausto de su vida, su propia muerte.
2 comentarios:
ESPECTACULAR!
Nada más y nada menos, sin palabras.
Que bueno que disfrutes las historias. Seguiremos en ello y gracias por la visita como siempre.
Publicar un comentario