Si es de día, apagarla será más complicado, porque es necesario buscar algún lugar falto de luz para hacer que la iluminación de los rayos solares no influya en la oscuridad obligatoria que da la ausencia de la misma. En este caso las cosas se complicarían si no conseguimos algún lugar que nos permita refugiarnos del insolente sol. Por lo tanto es necesario encontrar el modo de esconderse o buscar algún material resistente y opaco que permita tapiar las corrientes de luz que hacen circular la claridad en la locación que se este.
Es necesario ser meticuloso en este asunto, tapiar una ventana no es algo tan simple, es mas que todo un desafío a la naturaleza lograr extraer toda la luz diurna que nos brinda el sol mediante métodos poco convencionales, para así, al fin, lograr la oscuridad total.
En el caso que sea de noche, la complicación varia dependiendo del estado en que se encuentre la Luna, si es llena, sin duda el lograr la ausencia de luz será un suplicio, pero si esta se encuentra oculta o menguada, no nos causara un gran problema lograrlo.
Es así como podemos jugar a ser Dios, dándonos y privándonos del elemento que nos hace poder interactuar con nuestro entorno, aquel que nos permite desarrollar nuestra vida sin tropiezos y logra hacernos seguir adelante. La única que nos permite reconocer, diferenciar y segregar. Para conocer a alguien, primero hay que verlo; para apagar una luz, primero hay que prenderla. Normalmente y en estos casos la prefiero apagada.
1 comentario:
Yo la prefiero prendida, por eso duermo con los ojos abiertos. Mi imaginación funciona con luz y en mis mundos lejanos siempre hay algo que brilla.
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