La inspiración aparece porque idealizamos algún objeto o persona para aprovechar el sentimiento, la pasión y la energía que nos brinda para hacer que nuestra creatividad nos de felicidad y al ampliarse al máximo vivamos en un paraíso creado por nuestra propia razón; pero también desaparece y cuando esto ocurre el mundo empieza a oscurecerse y perdemos las ganas de sentir la sangre atravesar nuestras venas con la potencia de un caudal en expansión, de dejarnos llevar por los sueños que aun nos esperan y de enfrascarnos en un laberinto de ideas tristes que parece nunca acabar. Cuando nuestro objeto de felicidad desaparece o pierde el brillo divino con el que lo rodeamos para tomarlo como ideal, solemos sentirnos perdidos e increíblemente nostálgicos, porque vemos ya lejos la pasión y la esperanza que teníamos en ello para ayudarnos a crear y ser mejores.
Todo es vaivenes en la vida.
Todo tiene un pico y una caída vertiginosa que nos hace pensar dos veces en lo ocurrido y arrepentirnos cuando aun (supuestamente) no es tarde. Las segundas oportunidades son necesarias para que nos comprendan y para aprender. Somos entes que no nacen sabiendo y que muchas veces necesitan ver el reflejo de una mirada sin vida para entender que hacen las cosas mal. Sin las segundas oportunidades no se puede demostrar lo capaces que somos de no repetir nuestro error y todo lo que podemos entregar luego de ese arduo proceso de mejoría.
Que difícil es caer y aun mas recuperarse, sobretodo porque para caer tuvimos que estar en algún lugar mas alto que nos hacia sentirnos increíblemente afortunados de contemplar la felicidad en su estado mas simple; tan deliciosa y perfecta que jamás pensamos perderla. No hay duda alguna, todo va y viene en esta vida, la inspiración, el amor, las personas, las miradas, la vida, la salud, las penas y las alegrías, lo necesario es reconocer en que momentos viene y cuando esta a punto de irse para no tener que atravesar el infierno sin estar listo para ello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario