viernes, 28 de marzo de 2008

Lo difícil de crecer




Es cierto que no soy capaz de interceder por mis palabras y que intento siempre encontrar la mejor metáfora para lograr explicar todas las ideas irreproducibles que se encuentra en mi mente. Suelo oír mi voz del mismo modo que el murmullo del mar cuando se recuesta en la orilla y nunca entenderé en que momento de mi vida se convirtió el niño feliz e ilimitado que solía ser en un adolescente colmado de dudas y añoranzas.


Las respuestas vienen surcando implacablemente mis ideas desde hace 15 años y a pesar del tiempo transcurrido no logro comprender aun cual es el verdadero motivo de seguir caminando en círculos sin poder encontrar una salida real del estancamiento. Puede que sea mi pausado temor a perderme entre la población alocada o tal vez sea el no poder mostrarme como lo hacia antes sin el mayor temor al que dirán.


Vamos creciendo y el complejo de inferioridad que todos llevamos en nosotros ante las miradas inquisidoras de la sociedad va cambiando por un aire de superioridad que embarga a muchos debido a su irremediable forma de creer que son mejores. Esto ocurre gracias a que al lograr conseguir respeto por lo que hacen, comprenden que lo que en algún momento soñaron, es decir crear sus propios e ilimitados recursos, les puede brindar ese modo de encontrarse que aun no logro.


Hoy tropecé dos veces con la misma piedra y me sentí estúpido de que ocurra. Tardé en escapar de esta situación con palabras que solo expelían verdad. Lo triste tal vez sea que aun no acaba la pesadez que recorre mi cuerpo al saber que no encuentro el camino y que sigo golpeándome con esa misma piedra cada vez que intento cruzarla.

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