lunes, 6 de octubre de 2008

40 noches sin dormir

Era una madrugada triste y fría de invierno, cuando al fin encontraba el sueño, desperté a media noche ante el sonido inclemente del basurero que se encontraba en el callejón que daba a la ventana de mi cuarto.
Las luces del edificio se prendían casi al mismo tiempo y a la vez se escuchaban gritos de personas que arrojaban zapatos para callar a Rex. Siempre despertaba a algún vecino que detestaba su ronroneo grave, parecido al sonido de un saxofón.
El aludido desataba un gran escándalo intentando callarlo y a su vez despertaba a todos los otros vecinos que repetían al unísono las blasfemias del primero. Era un pequeño gato que rondaba en las noches por el barrio y corría de los estúpidos vecinos que no sabían apreciar el arte que le había sido brindado a ese felino especial; por mi parte solo intentaba concentrarme en su ronroneo [a pesar del bullicio] para lograr atraer la tranquilidad y lograr dormir después de tanto tiempo sin hacerlo.
No pude conciliar el sueño nuevamente, porque junto a la bulla, algunos recuerdos del pasado regresaron a mi mente para no dejarme hacerlo. Así que salí a la acera de madrugada y me senté a divagar en el portal del edificio.
Mientras mis problemas se intensificaban e intentaba comprenderlos, apareció del zaguán de donde había salido el ruido hace un momento, para frotarse y acurrucarse en mis piernas, justo cuando me encontraba en el peor momento de melancolía y soledad.
Inmediatamente me di cuenta que era Rex,y a pesar que nunca lo había visto, comprendí que ese animal tenia alguna tipo especial de vinculo conmigo.
Me pregunte el motivo por el cual había venido a darme su cariño cuando a mi cabeza la asaltaban y desgarraban con impaciencia los recuerdos mas tristes e inentendibles que había sufrido hasta ese momento. El pequeño gato seguía su bamboleo entre mis piernas, caminando en ochos y no me quitaba la mirada brillante de encima, como diciéndome olvídate de las cargas que te agobian y ven a conocer la verdad. Con aquel subliminal y extraño mensaje se alejaron los sentimientos destructivos que me atosigaban hasta ese instante.
Es imposible entender como Rex logró comprender mi nostalgia a la distancia y al divisarme acudir en mi ayuda con su ronroneo grave, pausado y sonoro. Nunca lo había visto, pero sabía que caminaba solitario por las calles, escudriñando en las esquinas por comida como preguntándose el porque de su miseria.
Hace mucho cargaba con aquel peso, pero no había notado su magnitud hasta ese instante. Ninguna persona se inmuto de lo que me pasaba o había pasado, pero él estaba allí, había entendido sin necesidad de palabras lo que la gente jamás logra entender si no te ve llorando. Aquella vez me conmoví como nunca antes, porque un pequeño animal que no conocía me hizo comprender su capacidad de enseñarme que era un animal superior y sabia que el único modo de llegar a las personas verdaderamente y hacerles entender que era especial era acercándose a ellas en los momentos donde la esperanza se pierde y se necesita una mirada de tranquilidad para curar el insomnio y olvidar todo lo que hizo que se lleve encima 40 noches sin dormir.

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