Mi cama es un hangar de aviones sin turbina. En ella se han desatado las más feroces guerras en tan solo horas y se ha convertido en uno de los pocos lugares capaces de volver la depresión en señales anónimas de deseo.
En sus sabanas se es capaz de transitar por los mas suculentos caminos del sueño y la piel. Los años le han brindado una bondad inentendible y una suavidad que se volvió un paraíso corporal sin límites. Ella es como todo lo bueno y lo malo en la vida, a veces una piedra filosofal o un amuleto de conocimiento, otras como un dolor de espaldas eterno o una bofetada después de despertar oliendo a licor.
Se convirtió en el único elemento terrenal que permite crear paraísos artificiales de inigualable placer.Se que no es posible que alguien entienda el regocijo de acurrucarse en sus mantas pero tampoco es comprensible que sea una vía sagrada al otro mundo, un arrecife de coral fuera del agua y un edén para mi creatividad.
Seguramente algún día la cambiare y no será por incomodidad sino por la necesidad de saber si existen otros lugares tan perfectos para no descansar estando tan feliz.
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